La Arqueología, las TIG y el Duratón

La Arqueología es la disciplina encargada de producir conocimiento histórico a partir del registro material. En el proceso de investigación arqueológica empleamos diversas técnicas que nos permiten aproximarnos a las diferentes dimensiones que entrañan los objetos del pasado. Desde el trabajo de campo al laboratorio y las labores bibliográficas, nos encargamos de extraer datos que nos permitan construir narrativas coherentes y, en última instancia, depurar la información más relevante.

Por su parte, las Tecnologías de la Información Geográfica (TIG) se presentan como un conjunto de herramientas, datos y procesos que permiten analizar la información con una particularidad esencial: la geolocalización.

Si bien es cierto que a este respecto el trabajo presentado no innova al aunar ambas categorías, se incluye en una línea historiográfica que el consenso académico ha dado en denominar Arqueología del Paisaje. La Arqueología pasa de esta manera a ser una mediadora entre los humanos del presente y el espacio que habitan desde una órbita de perspectivas tanto presentes como pasadas.

En el caso del Cañón del Duratón durante el Neolítico y Calcolítico (ca. 6500-2200 a.C.), en el municipio de Sepúlveda (Segovia, España), la implantación de metodologías que emplean Sistemas de Información Geográfica (SIG) en el proyecto arqueológico que los investigadores María de Andrés Herrero, David Álvarez Alonso y otros; ha dado lugar a nuevas hipótesis y aproximaciones a diferente escala que ahondan en el conocimiento histórico aportado desde el siglo XIX sobre la Prehistoria reciente en esta zona. Además, profundizamos en último término en esta relación del tiempo histórico y su lugar.

Como toda investigación, parte de una serie de preguntas clave. Es obvio que, en este caso, la pretensión era responderlas, además, mediante el uso de diferentes TIG. ¿Qué nos dice la distribución de los más de 250 abrigos con arte esquemático presentes en el tramo de río seleccionado? ¿Qué relación podría haber entre éstos y el poblamiento humano? Si, como apuntan las fuentes y las características del terreno, se trata de un lugar de tránsito ¿hay evidencias que podamos extraer de datos geolocalizados? ¿Qué alcance temporal tiene este fenómeno de señalización en el Duratón? ¿Cuál es su extensión ulterior, a nivel espacial?

Entre la teoría y la práctica

La clave de las respuestas reside en la propia formulación de las preguntas. Como se ha mencionado, dicha clave es que son cuestiones “geolocalizables”. Si bien es cierto que uno podría imaginar diferentes vías de aproximación para tratar de despejar dichas incógnitas, en las dinámicas académicas existen férreas posturas marcadas por sólidos postulados teórico-metodológicos. En el caso de la Arqueología del Paisaje, en su vertiente más cuantitativista, encontramos dos bandos descritos por Gillings et al (2020): aquellos que guían sus análisis mediante una inducción teórica y aquellos que deducen la teoría a partir de los datos.

La diferencia entre los procesos theory-driven y los data-driven es teórica, sí, pero su realización y sus resultados, a priori, resultan ambos indistintamente válidos. Es por eso por lo que para el análisis del Duratón se planteó dividir el flujo metodológico en dos partes.

Los análisis multicriterio resultan ser una herramienta de enorme potencial en cuanto a análisis extensivos. Si queremos realizar una cartografía de potencial de habitabilidad, nos interesa inferir qué requiere un terreno para ser acogedor. La teoría juega su papel en esta parte del análisis.

Ahora bien, ¿cómo relacionamos entre sí las estaciones con arte? Y también ¿qué parece estar determinando su nivel de agregación y su alta densidad? Naturalmente, es una pregunta que puede ser respondida mediante modelos de regresiones. A partir de los datos, y mediante una selección de variables elaborada a partir de estadística descriptiva y análisis de patrones espaciales; intentamos elaborar un modelo estadístico que tratase de explicar, mediante fórmulas sencillas, la relación de densidad de manifestaciones artísticas con variables como la rugosidad del terreno, la accesibilidad al corredor o el índice de humedad (indicativo de procesos que afectan negativamente a su conservación, y por tanto a su descubrimiento), etc.

En la Fig. 1 se propone una solución gráfica que explica bien esta división de métodos y herramientas de análisis.

Figura 1. Flujo metodológico. Elaboración propia
Figura 1. Flujo metodológico. Elaboración propia

Los primeros resultados

La ejecución de los análisis multicriterio empleaba una serie de factores, principalmente extraídos de Díez-Herrero et al. (2014) y Kvanme (1988), entre los que seleccionamos principalmente factores que valoran la conservación potencial de los restos arqueológicos, así como aquellos que describen pautas y patrones de selección de lugares de hábitat por seres humanos (Fig. 2).

Figura 2. Algunos factores normalizados para los análisis multicriterio. Los mapas finales se realizaron mediante el editor cartográfico de QGIS, muy versátil para estos casos
Figura 2. Algunos factores normalizados para los análisis multicriterio. Los mapas finales se realizaron mediante el editor cartográfico de QGIS, muy versátil para estos casos

Es por ello por lo que optamos por elaborar tres salidas: una con ponderación equitativa entre todos los factores, una con ponderación duplicada de factores de conservación y una última con ponderación duplicada de factores de cohorte antropológica. Acabaron por contrastar una de las principales hipótesis: existe una relación efectiva entre la protección natural y estratégica del interior de los barrancos y su potencial de habitabilidad, pero conservando áreas de las zonas circundantes como posibles emplazamientos.

Por su parte, las regresiones se realizaron siguiendo un principio de parsimonia elemental: buscar explicar el máximo con lo mínimo. Su traducción en la práctica fueron tres modelos, que empleaban tres, cuatro y cinco variables, entre las que destacan la radiación solar, la anfractuosidad o rugosidad del terreno, las visibilidad total o la proximidad al corredor. Todos los modelos resultaron ser satisfactorios en la fase de validación de los análisis, y pudimos contrastarlo tanto con los análisis multicriterio como con análisis estadísticos ulteriores.

El resto de análisis irían en línea con los objetivos de las preguntas planteadas, añadiendo más información a lo aportado por los modelos. Por ejemplo, los análisis de clúster nos ofrecían una buena sectorización a nivel interno, pero también indicaban un patrón de relación temporal en la apropiación simbólica del espacio, con tendencias a solidificarse, esto es, a mantenerse en el tiempo. La relación de estos análisis con análisis bivariantes, multivariantes, etc.; empezaban a darnos pistas sobre el carácter oculto de este fenómeno.

Conclusiones

Una pregunta que sintetiza todas las anteriormente formuladas podría ser ¿por qué el Duratón, y por qué de esta manera? Pues bien, lo que toda la información obtenida mediante los análisis parece apuntar es que el Cañón del Duratón fue durante todo el periodo de más de 4.000 años abordado un eje de comunicaciones y además una zona estratégica de control (Fig. 3).

Figura 3. Cuencas visuales acumuladas de los yacimientos
Figura 3. Cuencas visuales acumuladas de los yacimientos

Partiendo de esta base y centrándonos en lo que hace particular el entorno de estudio, los análisis resultantes nos permiten afirmar que la estrategia de control que se empleó fue eminentemente sensorial. La visibilidad desde todos los puntos del Duratón, pero además la dominación simbólica que las estaciones con arte rupestre ejercen sobre el valle son clara evidencia de que la densidad de estos abrigos pintados, su sectorización y su mantenimiento a lo largo del tiempo fueron obra de un grupo humano que lo habitaba, y quería mostrárselo a quienes lo transitaban. En otras palabras, quienes lo hicieron sabían lo que hacían, y quienes pasaban por allí sabían de quién era.

Todo esto resulta de gran interés si ampliamos hacia una big picture. El hecho de que el Duratón presente tales muestras de comunicación e interconexión a nivel interno nos habla de un algo externo que motiva la preocupación de sus habitantes por dejar ahí su huella. Si algo queda claro es que al decir “esto es mío” también decimos “y no es tuyo”.

La meseta central, el eje del Guadarrama, las cuencas del Tajo y el Duero y otras áreas más alejadas influyeron y pesaron sobre la conformación de este entorno arqueológico de manera activa y también pasiva. Se demuestra así que lo que tomamos no es un hecho aislado, sino un proceso conectado y continuo que ha dejado una huella imborrable (aunque desdibujada) en el norte de la provincia de Segovia.

Referencias

Díez Herrero, A., Tanarro García, L. M., Álvarez Alonso, D., de Andrés Herrero, M., Y Rojo Hernández, J. A. (2014): “Condicionantes del medio físico en el poblamiento Paleolítico entre los ríos Eresma y Riaza (Segovia)”, en Arqueología en el Valle del Duero: del Paleolítico a la Edad Media (Glyphos), pp. 17-33

Gillings, M., Hacıgüzeller, P., y Lock, G. (2020): “Archaeology and spatial analysis”. En Gillings, M., Hacigüzeller, P. y Lock, G. (2012): Archaeological Spatial Analysis. Londres: Routledge.

Kvamme, K. L. (1988): “Development and testing of quantitative models”. En Ludge, W. J. y Sebastian, L. (1988) Quantifying the Present and Predicting the Past: Theory, Method, and Application of Archaeological Predictive Modeling

Este trabajo resume el Trabajo Fin de Máster de Luis Martínez Chamizo del mismo título presentado en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) en septiembre de 2024 y con María de Andrés Herrero y Luis Miguel Tanarro García como tutores