Cuando escuchamos en los medios de comunicación que Groenlandia ha alcanzado niveles récord en pérdida de hielo durante estos meses de verano, o vemos esos tremendos bloques de hielo del tamaño de edificios derrumbarse de glaciares, formando olas gigantescas y causando las delicias de turistas que consiguen inmortalizar el momento (sin ser conscientes en muchos casos de la tragedia que están fotografiando), tendemos a pensar en lugares fríos y alejados de nuestro país, pero nada más lejos de la realidad.

En España, aún hoy, resisten algunos glaciares en los Pirineos. Resisten y, si nada lo remedia, claudicarán en las próximas décadas ante el aumento imparable de las temperaturas.

Es sorprendente el rápido deterioro que sufren estos glaciares, siendo muy sensibles a los aumentos de temperatura que el planeta lleva sufriendo exponencialmente y especialmente durante las últimas décadas (temperaturas acrecentadas aún más en nuestras latitudes).

Durante algunos días, he estado descargando imágenes de satélite desde el año 1989 hasta el 2018 de la zona del Parque Natural de Ordesa y Monte Perdido (Huesca, España).

He acotado mi búsqueda a las áreas catalogadas como «Glaciares permanentes» según el Diccionario de Modelo de datos descargado, junto con el resto de información referente a Sistemas Naturales Geológicos, a través del Ministerio para la Transición Ecológica y en concreto de la información relativa a la Red de Parques Nacionales.

Una vez acotado el P.N. de Ordesa y Monte Perdido y las zonas consideradas como glaciares permanentes, he procedido a analizar la información descargada en las imágenes de satélite.

No solo he descargado las imágenes de satélite (Sentinel 2 las más recientes y Landsat 5 las más antiguas) en color verdadero, sino que he descargado los índices NDSI para cada caso. El índice NDSI, detecta la cubierta nival gracias a la teledetección. Una vez descargado cada ráster, he utilizado ArcGIS Pro para reclasificar los valores ya que, según este índice, seleccionaremos como cubierta nival, aquellos valores superiores a 0,4.

En un primer momento, descargué imágenes de todos los años correspondientes al período 1989 – 2018, pero muchas de las imágenes de satélite que había descargado tenían nubes (por poco porcentaje que tuvieran) y me imposibilitaban ver la superficie correctamente y, por tanto, abordar mis análisis con exactitud (no es fácil buscar imágenes de satélite sin nubes en un sistema montañoso). Por ello tuve que seleccionar únicamente aquellas imágenes con un 0% de nubes. Además, la información a analizar tenía que pertenecer a los meses de julio, agosto, o septiembre, ya que son los meses más cálidos y con menos cubierta nival, lo que permite centrarnos más en la superficie glaciar.

Finalmente descargue imágenes con las características comentadas de los años 1989, 1990, 1998, 2000, 2001, 2002, 2005, 2007, 2011, 2012, 2017 y 2018. En total 12 imágenes.

A partir de sus índices NDSI he conseguido (quedándome con esos valores reclasificados mayores de 0,4 y desechando el resto) obtener una información que representa las diferentes superficies glaciares para cada año analizado.

Por último y tras convertir esos ráster a polígonos y suavizar sus líneas, cuantifiqué la superficie (m²) ocupada para cada año, obteniendo los siguientes resultados, en los cuales se puede apreciar la disminución paulatina de superficie glaciar durante los últimos 30 años aproximadamente:

Es cierto que existen otros índices y otras metodologías para realizar análisis como este, y no es menos cierto que hay parámetros que no han sido tenidos en cuenta, como por ejemplo la inclinación a la hora de descargar las imágenes de satélite. A pesar de todo esto, la tendencia que se observa en los resultados es clara.

En la siguiente imagen (representados los años 1989, 1998, 2002, 2011 y 2018) se puede apreciar como la superficie (m²) se ha ido reduciendo paulatinamente. He ido asignando a los años más antiguos, colores azulados para pasar por verdes y tonos rojizos en los años más actuales. Al analizar los glaciares, se aprecia claramente como los contornos más interiores (con menos superficie), corresponden a esos tonos rojizos más actuales. Por el contrario, aquellos contornos más periféricos, corresponden a esos tonos azules que representan años más antiguos en los que la superficie glaciar era mayor.

Evolución superficie glaciar Monte Perdido
Evolución superficie glaciar Monte Perdido

Vuelo 3D

Para acabar, he realizado un pequeño vuelo con el cual (y dejando, en este caso, únicamente el contorno referente al año 1989 (rojo) y 2018 (azul), se pueden observar, en un modelo tridimensional, de una manera clara, los resultados comentados.

Sería interesante poder realizar análisis más exhaustivos, en los cuales obtener información, no solo de la superficie glaciar, sino del volumen de hielo que se ha perdido en las últimas décadas. ¿Llegarán nuestros hijos a conocer a estos gigantes de hielo o acabarán siendo recuerdos que solo se podrán ver en fotos o vídeos?

 
Andrés Martín Rodríguez es Ingeniero técnico Agrícola y especialista SIG